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¿Cuál es el protocolo de limpieza de salas blancas?

El protocolo de limpieza de una sala blanca viene dado por los responsables de la misma. Depende de su clasificación según el riesgo de contaminación microbiológica que pueda haber, el cual se determina en función de la actividad que se desarrolla dentro.

Existen pautas generales que se repiten en todo protocolo de limpieza de salas blancas, como por ejemplo la obligación de limpiar de la zona más limpia a la más sucia siguiendo el sentido del flujo del aire, y de arriba abajo cuando hablamos de la misma sala. También el uso de una vestimenta según las normas de protección, mantener las puertas cerradas con objeto de no alterar la pureza del aire, y hacer uso de bolsas específicas para el tipo de residuo que se maneje.

Como procedimiento básico, lo primero siempre es limpiar suciedad y materia orgánica mediante agua, detergente y acción mecánica con paños estériles que no liberen partículas. Para lugares en los que el riesgo de contaminación microbiológica es muy alto en ocasiones se realiza una limpieza de arrastre adicional con detergente alcalino (de pH superior a 7). Éste proporciona una buena limpieza de grasas y aceites saponificables, además de proteínas y otras suciedades orgánicas.

Posteriormente se procede a la desinfección a fondo haciendo uso de producto químico desinfectante que destruya los microorganismos de objetos y superficies.  Comúnmente se trata de hipoclorito sódico 0,1% (lejía) y en el caso de superficies metálicas de soluciones de amonio cuaternario. Para combatir por ejemplo la proliferación de moho se han demostrado también buenos resultados con alcohol isopropílico 70% y peróxido de hidrógeno / ácido peracético (H2O2 / APA). El registro DES garantiza que estos desinfectantes sean aptos para salas blancas. Periódicamente es aconsejable usar además productos esporicidas. La limpieza directa con pulverizadores debe evitarse para no dañar los filtros HEPA.

El material que entra en las salas blancas debe estar previamente esterilizado (en ese sentido, un carro de limpieza que viene de otro lugar jamás debe entrar). En el fregado de suelos suele estar también estandarizado el sistema de doble cubo (uno con la dilución necesaria para la limpieza y la desinfección, y otro para el aclarado, con agua limpia exclusivamente). Cada sala blanca debe contar con su cubo y fregona particular para evitar la contaminación cruzada.

El mobiliario, las mesas de trabajo y los suelos deben limpiarse diariamente y aclararse con agua destilada o desmineralizada en el último aclarado. Si se produce algún derrame de algún producto con el que se trabaja en la sala debe registrarse. Por último, hay que resaltar que el examen de la eficacia de la limpieza debe ser sistemático, y se lleva a cabo realizando muestreos microbiológicos de las superficies.

 

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