Llamamos sala blanca o sala limpia (en inglés, clean room) a un espacio diseñado para mantener niveles muy bajos de contaminación ambiental, tanto de partículas en suspensión como de microorganismos. Esto se logra mediante el control exhaustivo de parámetros como el flujo y la renovación del aire, la presión, la temperatura, la humedad y la iluminación.
Las salas blancas son esenciales en sectores como la industria farmacéutica, alimentaria, cosmética, biotecnológica, electrónica, aeroespacial o de fabricación de dispositivos médicos. En todos estos casos, la presencia de partículas, polvo o microorganismos puede comprometer la seguridad, la eficacia o la calidad de los productos fabricados.
Para garantizar estas condiciones, el aire que entra en la sala blanca se filtra a través de filtros HEPA o ULPA, capaces de retener más del 99,99 % de las partículas microscópicas. Además, la presión en el interior suele mantenerse ligeramente superior a la del exterior para evitar la entrada de aire contaminado. Los acabados constructivos también son especiales: las paredes y techos se revisten con materiales lisos como vinilo o paneles fenólicos, y los ángulos se redondean para impedir la acumulación de polvo y facilitar la limpieza.
Las personas que trabajan en una sala blanca deben seguir protocolos estrictos, utilizando ropa y equipamiento específicos para reducir la emisión de partículas. Todo este conjunto de medidas busca proteger tanto los procesos como los productos, asegurando que cumplen con las exigentes normativas y estándares de calidad internacionales.
Si necesitas saber si tu proyecto requiere una sala blanca, nuestro equipo está disponible para asesorarte.